
Tras el proceso electoral de agosto de 1991, Vicente Fox Quesada decidió retirarse de la política y dedicarse nuevamente a los negocios familiares. El retiro político duraría poco más de tres años. En octubre de 1994, un grupo de panistas que participó activamente en la campaña de 1991, le pidió que se postulara por segunda ocasión como candidato a gobernador. El 5 de febrero de 1995, los militantes le brindaron nuevamente su apoyo. Desde el arranque de la campaña, las encuestas lo presentaban como el candidato favorito, ganando posteriormente la elección con amplio margen sobre su principal contrincante, el priísta Ignacio Vázquez Torres.
El 6 de julio de 1997, luego de emitir su voto en las elecciones intermedias, Fox hizo pública su intención de buscar la presidencia de la República. En 1999 registró su candidatura ante el Instituto Federal Electoral (IFE); además del PAN, recibió el apoyo del Partido Verde Ecologista de México (PVEM), creando la coalición Alianza por el Cambio.
Los principales contrincantes de Vicente Fox fueron Francisco Labastida Ochoa por el PRI, y Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, por el Partido de la Revolución Democrática (PRD). Las campañas priístas y perredistas se vieron opacadas por la de Vicente Fox quien demostró en todo momento tener el arrastre popular del que otros carecían, apoyado además por un ingenioso aparato publicitario. En la recta final, la contienda electoral se había concentrado entre Fox y Labastida.

El acto de investidura del nuevo presidente se celebró el 1 de diciembre de 2000 en el Castillo de Chapultepec con la presencia de diecinueve jefes de Estado y de Gobierno. Su antecesor en el cargo, Ernesto Zedillo, realizó el traspaso de poderes. Fox inició su mandato con el reto de reducir la pobreza, acabar con la corrupción y consolidar la democracia en el mayor país de habla hispana del mundo. Uno de sus primeros objetivos fue la reanudación del diálogo con la guerrilla zapatista en Chiapas y, como medidas de distensión, ordenó la liberación de cuarenta presos zapatistas, un repliegue parcial de las tropas del ejército acantonadas en Chiapas y el envío al Congreso del proyecto de ley sobre los derechos indígenas pactado en 1996. Las propuestas fueron aceptadas por el líder del EZLN, el subcomandante Marcos, que alcanzó el compromiso de viajar a la capital federal para exponer en el Congreso las reivindicaciones de la guerrilla.
Sin embargo, la organización de la caravana indígena hacia México D.F. fue el detonante de un nuevo enfriamiento en las relaciones entre las partes. Fox, presionado por el empresariado y el ejército, acusó a la guerrilla de no dar una respuesta favorable a las medidas del gobierno y paralizó el repliegue militar y la liberación de presos. Marcos, por su parte, acusó al presidente de orquestar una campaña de imagen para aparentar interés por solucionar el conflicto pero sin buscar una solución real para la paz.
Con un nuevo clima de enfrentamiento, el 24 de febrero de 2001 arrancó la prometida marcha zapatista hacia el Congreso mexicano en un viaje de catorce días que recorrió 3.000 kilómetros y atravesó doce de los estados más pobres del país. En una sesión histórica, los 23 delegados de la guerrilla insurgente ocuparon el 28 de marzo las primeras filas de escaños de la Cámara mexicana para escuchar la intervención de la ´comandante´ Esther, miembro de la dirección política del EZLN. Marcos y la delegación zapatista emprendieron, visiblemente satisfechos, el regreso a Chiapas el 30 de marzo.
Pero el golpe de efecto de los líderes del indigenismo no obtuvo la respuesta esperada. El Senado y el Congreso aprobaron un texto legal que preveía modificar la Constitución para reconocer los derechos de la población indígena pero las enmiendas introducidas en el proyecto original, que interpretaba los Acuerdos de San Andrés, suscitaron airadas reacciones y los grupos civiles indígenas acabaron por rechazar la ley pues, a su juicio, no contemplaba los mecanismos necesarios para ejercer los derechos reconocidos. También los zapatistas manifestaron su rotunda oposición a la ley aprobada por las Cámaras mexicanas y el subcomandante Marcos anunció en un comunicado que el EZLN no reanudaría las negociaciones con el Gobierno, suspendidas en 1996, y se mantendría en estado de resistencia y rebeldía.
Maniatado por la minoría del PAN en el Parlamento, en enero de 2003 se vio obligado a realizar el primer reajuste de su gabiente. Meses después, tuvo que enfrentar un escándalo sobre la presunta financiación ilegal de su campaña y los índices de popularidad del presidente comenzaron a registrar los primeros índices preocupantes.
Las alarmas saltaron definitivamente en el PAN el 9 de marzo de 2003 durante las elecciones locales en el Estado de México, el mayor del país, donde la alianza del PRI con el Partido Verde obtuvo el 34,69% de los votos frente al 25,56% del oficialista PAN. El retroceso del PAN se confirmó en las legislativas de julio, unas elecciones dominadas por la abstención en las que el PRI, principal fuerza de oposición, rentabilizó la crisis del partido gubernamental y logró aumentar su mayoría simple en la Cámara de diputados.
La falta de apoyo parlamentario suscitó a finales de año una nueva tormenta política en México. La reforma fiscal anunciada por Fox se había convertido en el proyecto más ambicioso de su programa presidencial pero la propuesta fue derrotada en la Cámara.
Sin embargo, la organización de la caravana indígena hacia México D.F. fue el detonante de un nuevo enfriamiento en las relaciones entre las partes. Fox, presionado por el empresariado y el ejército, acusó a la guerrilla de no dar una respuesta favorable a las medidas del gobierno y paralizó el repliegue militar y la liberación de presos. Marcos, por su parte, acusó al presidente de orquestar una campaña de imagen para aparentar interés por solucionar el conflicto pero sin buscar una solución real para la paz.
Con un nuevo clima de enfrentamiento, el 24 de febrero de 2001 arrancó la prometida marcha zapatista hacia el Congreso mexicano en un viaje de catorce días que recorrió 3.000 kilómetros y atravesó doce de los estados más pobres del país. En una sesión histórica, los 23 delegados de la guerrilla insurgente ocuparon el 28 de marzo las primeras filas de escaños de la Cámara mexicana para escuchar la intervención de la ´comandante´ Esther, miembro de la dirección política del EZLN. Marcos y la delegación zapatista emprendieron, visiblemente satisfechos, el regreso a Chiapas el 30 de marzo.
Pero el golpe de efecto de los líderes del indigenismo no obtuvo la respuesta esperada. El Senado y el Congreso aprobaron un texto legal que preveía modificar la Constitución para reconocer los derechos de la población indígena pero las enmiendas introducidas en el proyecto original, que interpretaba los Acuerdos de San Andrés, suscitaron airadas reacciones y los grupos civiles indígenas acabaron por rechazar la ley pues, a su juicio, no contemplaba los mecanismos necesarios para ejercer los derechos reconocidos. También los zapatistas manifestaron su rotunda oposición a la ley aprobada por las Cámaras mexicanas y el subcomandante Marcos anunció en un comunicado que el EZLN no reanudaría las negociaciones con el Gobierno, suspendidas en 1996, y se mantendría en estado de resistencia y rebeldía.
Maniatado por la minoría del PAN en el Parlamento, en enero de 2003 se vio obligado a realizar el primer reajuste de su gabiente. Meses después, tuvo que enfrentar un escándalo sobre la presunta financiación ilegal de su campaña y los índices de popularidad del presidente comenzaron a registrar los primeros índices preocupantes.
Las alarmas saltaron definitivamente en el PAN el 9 de marzo de 2003 durante las elecciones locales en el Estado de México, el mayor del país, donde la alianza del PRI con el Partido Verde obtuvo el 34,69% de los votos frente al 25,56% del oficialista PAN. El retroceso del PAN se confirmó en las legislativas de julio, unas elecciones dominadas por la abstención en las que el PRI, principal fuerza de oposición, rentabilizó la crisis del partido gubernamental y logró aumentar su mayoría simple en la Cámara de diputados.
La falta de apoyo parlamentario suscitó a finales de año una nueva tormenta política en México. La reforma fiscal anunciada por Fox se había convertido en el proyecto más ambicioso de su programa presidencial pero la propuesta fue derrotada en la Cámara.
No hay comentarios:
Publicar un comentario